Artículo por Felipe H. Espinosa
“Piedad...Piedad para el que sufre. Piedad...Piedad para el que llora.” (Agustín Lara) C.S Lewis escribió que el sistema educativo moderno ha priorizado el uso de la razón y ha suprimido el uso de la emoción; su crítica era que el uso de una no debe excluir a la otra porque, a través de una razón educada y un corazón conmovido, una persona puede discernir cuáles son las causas justas y luego tener el espíritu para luchar por ellas. (Lewis, La Abolición del Hombre, 1943) Tiene casi 70 años de que Lewis propuso esa idea y sus palabras hacen tanto sentido hoy como en aquella época. La apatía continúa siendo un enemigo de la virtud; no obstante, es natural de todo ser humano sentir coraje contra las injusticias de este mundo. Todos tenemos esta chispa y por esa misma razón, existe una oportunidad para hacer lo correcto. (C.S Lewis en su estudio; Enciclopedia Britannica, 2021) De la Apatía a la Empatía Tenemos que aprender a permitirnos sentir sin descuidar de la razón. Es natural en los humanos sentir emoción; tristeza, alegría y fuego en las entrañas. Esta es la materia prima con la que le hemos dado dirección al mundo. Cuando identificamos estas emociones es importante enfocarlas hacia algo productivo para que no queden solo en el plano de lo inmaterial, para este efecto buscamos las causas justas. Una vez derrotada la apatía, podemos empezar a sentir empatía, es decir, “identificarnos con alguien y con sus sentimientos” (RAE), y de ahí partir para empezar a actuar. (Prison Fellowship International, 2021) De la Empatía a la Compasión Los voluntarios de la Confraternidad Carcelaria tenemos que dar un paso más. Lo cierto es que tenemos un límite a lo que podemos empatizar con una persona privada de la libertad. Sencillamente, no hemos experimentado la vida en el reclusorio. Ninguna cantidad de buenas intenciones cambiará ese hecho. El voluntariado exige esta sinceridad con nosotros y con las personas en el reclusorio. No obstante, este no es motivo para darnos por vencidos. En su lugar, los voluntarios tenemos que practicar la compasión, es decir, identificar e intentar aliviar, en la medida de lo posible, los agravios que sufren las personas privadas de la libertad. La compasión se logra cuando nos permitimos ser vulnerables y nos tratamos como iguales. Ya lo dijo Jesucristo: “Sean compasivos…” (Lucas 6,36). Cuando se lucha por una causa justa todos los esfuerzos se suman, cada pequeña acción cuenta y los impactos en el mundo pueden ser grandes.
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Artículo por Felipe H. Espinosa “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.” (Mt 5,3-12) Actualmente en México hay casi 215-mil personas privadas de la libertad. El 94% de ellas son hombres y el otro 4% son mujeres. (Cuaderno Mensual de Estadística Penitenciaria Nacional. Diciembre 2020). Los reclusorios mexicanos están sobrepoblados y los mexicanos dentro de ellos son olvidados por el resto de la sociedad. Estos son los desafíos a los que se enfrenta la Confraternidad Carcelaria. La Confraternidad es una Organización No Gubernamental (ONG) que obra por el bienestar y la reinserción social de estas personas; no obstante, a veces la gente pregunta: ¿Por qué preocuparse por las personas en el reclusorio? - ¿No eran ellos criminales? A decir verdad, esas son preguntas válidas y para contestarlas hace falta una pequeña reflexión. ¿Por qué preocuparse por las personas en el reclusorio? - porque como usted y yo, son humanos. La comisión de un delito siempre va a causar un daño, eso no tiene discusión, sin embargo, las razones por las que una persona delinque son variadas. Hoy sabemos que hay factores sociales que influyen en la criminalización de una persona como pueden serlo: ambientes familiares difíciles, una falta de acceso a la educación y a la vida laboral y; a veces es solo el resultado de una experiencia de vida complicada. Lo cierto es que ellos, así como usted y como yo, tienen sueños y aspiraciones, vicios y también virtudes; no por haber cometido un error dejan de ser humanos. Cuando una persona privada de la libertad alcanza el arrepentimiento y tiene en él el deseo de mejorar, existe entonces la posibilidad de terminar con el criminal y rescatar al hombre. Es emocionante imaginar lo que este mundo podría llegar a ser con un poco más de empatía. La novelista Harper Lee lo ha explicado mejor - “Uno no comprende realmente a una persona hasta que no se mete en su piel y camina dentro de ella". (Lee Harper, 1960) (Prison Fellowship International, 2021) Un Grupo Vulnerable Las personas en el reclusorio viven aisladas, alejadas del resto de la sociedad, la vida dentro del sistema penitenciario se presta a la violencia y al abuso. En ocasiones, el condenado nunca tiene la oportunidad de rehabilitarse; por estos motivos se considera a las personas en prisión como grupos vulnerables. Así pues, en una reforma Constitucional del año 2008, el Estado mexicano aceptó el modelo de Reinserción Social como un método para afrontar los problemas de delincuencia del país. El modelo consiste en la aplicación de tratamientos readaptatorios consistentes en brindar terapia psicológica, servicio médico y servicios de educación y capacitación para desarrollar una vida laboral afuera del reclusorio. (Reinserción Social, https://www.secgob.cdmx.gob.mx) Este esfuerzo se hace con la esperanza de reparar el tejido social y darle las herramientas a un antiguo delincuente para que nunca vuelva a delinquir. La meta es sacar a brillar lo mejor de una persona. Los voluntarios de la Confraternidad participan en el proceso de readaptación de los condenados, una de las maneras en que la Confraternidad hace su parte es a través del voluntariado de acompañamiento en donde los voluntarios visitan a las personas privadas de la libertad para conversar con ellas y escucharlas por un tiempo. (Prison Fellowship International, 2021) Todos podemos crecer, todos podemos mejorar y todos podemos perdonar. Lo importante es trabajar juntos para lograr estos objetivos y no olvidar que lo lograremos amando al prójimo como a nosotros mismos.
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